PORRA DE AGOSTO 2005
TEMA: “LA RISA DE LA HIENA”
TEMA: “LA RISA DE LA HIENA”
Minificciones que han obtenido el mayor número de apuestas de los porristas
Primer puesto:
“Estreno y última noche”
de Ignatius
Me acerqué y le dije:
— ¿Bailas, muñeca?
Y ella, que me miró sin mirarme, que me tocó sin tocarme:
— ¿Cuántos años tienes, cachorrito?
Recuerdo que acercó a mis labios los suyos y me quebró la boca de un beso. Después hizo bailar su dedo índice, como dándome a entender que la siguiera, y nos sumergimos en la 235 del Hilton Road Hotel.
Desde aquel día, los muchachos me llaman “La Hiena”, digo yo que por esa perpetua sonrisa que ha quedado dibujada entre las cuatro paredes de donde alguna vez hubo un cráneo.
“Tradiciones”
de Chester Truman
De pie frente al espejo, ensaya posturas y aderezos: los brazos en jarra, la caída de ojos, la cintura algo ladeada, la sonrisa de hiena, un poco de carmín resaltando la comisura de los labios, reflejos en el cabello aquí y allá… La cuestión es variar, no repetirse jamás, ser original, único. Luego, al momento, recuerda quien es, de donde viene, su reputación, y entonces recompone el gesto, carraspea, se pone serio, se ajusta el cuello y atraviesa la puerta dispuesto a realizar la ronda con la seriedad que requiere la tradición, con la capita bien ajustada al gaznate, la dentadura reluciente y el gesto adusto, metido en su papel, que al fin y al cabo es lo único que se le exige al Conde Drácula
Segundo puesto
“Las hienas”
de Seudónima
Cenaban en un restaurante fino de Buenos Aires: ella con un vestido grotesco de seda y él de traje de etiqueta. Masticaba ella hasta el hueso del pollo y él relamía sus garras enchastradas* en roquefort. Ella tomó la cereza del postre y la reventó contra el plato, él tomó salvajemente el mantel para limpiarse la boca. El mozo se acercó con cautela a dejarles la cuenta. Lanzó ella una risita histérica, y él le mostró sus colmillos feroces. “Señor ministro, debe pagar la cuenta... Señor ministro... Señor minis...”
*enchastrar: (lunfardo) ensuciar puercamente.
“Contenido neto”
de Ferjaad
Después del fracaso de los gatitos-bonsai, el autor de tan original negocio decidió envasar hienas y embotelló ejemplares adultos en garrafones de veinte litros pese a que el tamaño encarecía el producto y no podía almacenar más de una docena. La bonanza vino con las botellas de vino, almibarados bebedizos de bebés caninos. Todo iba bien hasta que un comprador quisquilloso devolvió una: el animal envasado no reía. La noticia se difundió y un alud de inconformes exigió la risa o el reembolso del dinero. De nada le sirvió ofrecer hienas-bonsai en forma de cetáceo, ni el ingenioso promocional:
“La botella va llena, en la ballena: va hiena”.
Amenazado por la bancarrota y una nueva demanda de la Sociedad Protectora de Animales, el empresario ofreció las risas por separado en frascos miniatura. Clientes y ecologistas quedaron satisfechos. El negocio diversificó su oferta a toda clase de sonidos: sollozos, gritos coléricos, aullidos, gemidos, aplausos, ventosidades y cuanto fenómeno acústico pueda usted imaginar. Este relato, por ejemplo, es una ficción-bonsai, producto de lo más vendido. Para cuentos clásicos breves, consulte nuestro catálogo en línea o visite cualquiera de nuestras sucursales.
Concurso 71. Agosto - 2005
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