CONCURSO CCLII
JURADO: JUAN MANUEL MONTES
TEMA: La idea de "horror cósmico"
PRIMER LUGAR
SEGUNDO LUGAR
TERCER LUGAR
BLACK DOT
En el claro de luna
Las criaturas del bosque son silenciosas, no hay forma de encontrarlas si no desean mostrarse. Sus ojos, que brillan en la noche como pequeñas llamas del infierno, ven desde la distancia a sus víctimas. Devoran sapos, ranas murciélagos y mapaches cuando salen a buscar comida al caer la oscuridad. Tú, que gustas de acampar entre los árboles, sé precavido. Yo, que te beso cada noche al acostarte, te aseguro que el dulce olor de tu carne lozana nos resulta irresistible.
SEGUNDO LUGAR
CELECANTO
Inapetencia
Llevaron, sin ninguna oposición, a los jóvenes para ofrendar al Dios. De un golpe en la cabeza los postraron en el suelo y con un cuchillo abrieron heridas profundas. Antes de que la sangre corriera formando surcos en la arena, la tribu escapó en busca de refugio. El olor a sangre le indicaría a esa cosa que ya estaba el festín. El grupo de jóvenes esperó anhelante su destino. Pero el horror tras las colinas no se percataba del sacrificio. Antes bien se rascó, entre sueños, como si le picara. De la superficie agujereada de su cuerpo, brotaron cientos de seres del tamaño de un caballo. Desilusionados y sin poder escapar, los chicos fueron devorados por los parásitos de la deidad.
TERCER LUGAR
PI
Nunca Jamás
No entendía por qué la tenían en ese lugar, si de todas maneras iba a morir. ¿Para qué privarla de sus últimos días de conciencia, tenerla bajo sedantes y conectada a esos aparatos? Cruzó fugazmente por su cabeza la idea de que aquellos hombres y mujeres de blanco podrían tener otras intenciones. En cualquier caso, era mejor huir aprovechando la oscuridad. Se levantó de la cama, se retiró las agujas y cables y, procurando mantener el equilibrio, salió del cuarto sin que la vieran.
En la calle, no le pareció extraño que la gente la mirara así. Aún llevaba la ropa hospitalaria, su aspecto debía ser desagradable y estaba desorientada. Al pasar por un callejón, un indigente le brindó algo de alimento. Aunque logró satisfacer su hambre, se preguntaba cómo reaccionaría su organismo ante aquel bocado sanguinolento y alcoholizado que nunca despertó de su sueño.
Su situación era precaria: herida y débil, no tenía idea de cómo regresar a casa sin padecer las penurias que la habían llevado hasta ahí, donde, al caer, había perdido tres de sus seis patas y una de sus alas.
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