lunes, 11 de julio de 2022

A Carlos de Bella

 

Carlos de Bella (Sapo), sentado, segundo por la izquierda
en una reunión de ficticianos en 2011


Carlos de Bella, el inolvidable Sapo de Ficticia, emprendió el viaje el 11 de julio de 2022. Su inconfundible humor negro, su inteligencia, su calidez y sus cuentos dejan una gran huella en muchos de nosotros. Tallerista cumplido, responsable y agudo, nos enseñó mucho a quienes tuvimos el honor, la suerte y el placer de cruzarnos con él por la vida. Escritor de pluma prístina y sarcástica, capaz de burlarse de todo lo establecido, incluso de la enfermedad que lo perseguía, nos deja sus cuentos para que podamos aún sentirlo cerca. No hay mejor forma de honrar a un escritor que volver a sus letras. Les dejo algunos de mis cuentos favoritos para que los disfruten.

Buen viaje, Sapito querido.

Amelié Olaiz, Dakiny

Algunos textos de Carlos de Bella publicados en La Marina

PSEUDÓNIMO: MUDRA'S

Closet

El juez dictó una audiencia de conciliación para definir la cuota de género requerida por Primavera; alguna estación deberá cambiar su “el” por “la”.
    El machista y misógino Invierno dijo: “No”.
    Detrás de nieblas y hojas amarillas el Otoño, se negó a declarar.
    A su turno, el Verano con una sonrisa exclamó: “¡Al fin se hará justicia y podré usar tacones altos!”


PSEUDÓNIMO: ROSPO

Omnipotencia bien aplicada

A DAKY

— ¡Pedro!
    —Sí, Altísimo, aquí estoy.
    —Que me ha salido una callosidad en este dedo y me molesta al caminar, llama a un pedicuro.
    —Sí, Altísimo—contesta Pedro y se afana en el computador buscando en los listados de “Profesiones y Oficios”; lentamente comienza a palidecer.
    —Altísimo, lamentablemente no tenemos ningún pedicuro entre las huestes celestiales.
    — ¿Y donde están?
    —Pues... en el Infierno.
    —Bien, llama a Lucifer y que nos envíe uno.
    El Señor ya un poco molesto por la ineficiencia de gestión de sus huestes, ve a Pedro hablar por el teléfono rojo, gesticular y mover la cabeza. Al rato regresa.
    —Altísimo, dice Lucifer que los seis pedicuros que tiene allí están muy ocupados en la tarea de arrancar uñas con tenazas ardientes y tienen turnos rotativos comprometidos hasta el 2005. No enviará a nadie salvo que... reciba algo a cambio—dijo Pedro bajando a cada momento la voz hasta quedar en murmullo.
    — ¿Queeeeeeeeeeé?—tronó la voz del Señor
    —... algo a cambio—repitió Pedro en tono inaudible.
    — ¡Olvídalo!
    —Sí, Altísimo, sí, Altísimo.
Pedro miraba al Señor moviendo su cabeza de un lado hacia otro y le oía refunfuñar pero no entendía que decía, tras un largo rato y como acto de su infinito amor para con él, se animó y le dirigió la palabra.
    —Altísimo ¿por qué no ordenáis que la callosidad desaparezca?
    — ¿No crees tú que ello sería omnipotencia?
Pedro dudó un instante y rápidamente contestó
    —Altísimo, si ello fuera para curar un enfermo se diría que fue palabra de Dios.
    —Bien, entonces haré como tú dices.
    Él alzó su dedo índice, dijo las palabras necesarias, se oyó un trueno y a continuación los ángeles cantaron la Gloria del Señor.

PSEUDÓNIMO: GRIFO

Navegar, ya no

Cuando pequeño, armaba barcos de papel que echaba a la corriente después de la lluvia; corría tras ellos hasta que se perdían dentro de la alcantarilla.
Hoy la vida ha cambiado: no hay niños jugando con barcos, ni niños, ni barcos.

Fábula lógica

—Los animales no hablan, por lo tanto el relato se destruye; ahora, si las que no hablaran fueran la abuela y la nieta, el mismo continuaría siendo válido pues el lobo podría comerse primero a una y luego a otra sin argucias ¿Por qué no lo considera?
    El autor atónito no emite palabra, sólo toma el manuscrito y sale.
    El editor se arranca el disfraz, sacude su pelaje y se dirige al bosque.


PSEUDÓNIMO: ROSPO

Videogame exitoso

Si pasabas el camello por el ojo de la aguja, difícil pero posible, obtenías 5000 puntos; al volver a hacerlo 50000 y así crecía sucesivamente, cada vez más complicado. Finalmente llegaba el fatídico “Game over” donde debías insertar otra ficha para participar nuevamente.
Cientos de miles de tontos acrecentaban las ganancias por minuto y al dueño realmente le importaba un bledo, si entraba o no al reino de los cielos.

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