Trío |
GANADORES
CHESTER TRUMAN
Casa de citas
Recuerdo con cierta nostalgia el día que descubrí que mi esposa Daniela me engañaba con mi amante, Elisabeth. Decidimos sentarnos los tres a dialogar y convenimos que lo mejor sería cohabitar juntos. Con el tiempo llegamos a formar una armónica pareja de tres, lo que dio lugar a nuevas infidelidades por parte de cada uno de nosotros. Siguiendo la inercia de nuestras costumbres, a cada nuevo amante le invitábamos a convivir en nuestro hogar, lo que produjo la inevitable ampliación de la casa.
Hoy, lo que era una coqueta casita de campo se ha convertido en una mole de diecisiete pisos, donde se van introduciendo los nuevos personajes de nuestra colectiva historia de amor. Daniela vive ahora en la cuarta planta con su nueva adquisición, un afgano tratante de seda o algo así. Yo vivo con Nataly, una joven y sensible francesita a la que conocí el otro día en el hall de la ópera. Me he instalado con ella en la planta baja, lo que era nuestro primigenio hogar, desde donde recibimos a los nuevos inquilinos como una modélica pareja de anfitriones.
SONRISA
Trees
Con la cama quieta, la saliva seca en nuestros cuerpos y el reflejo lánguido, sonriente y satisfecho en el espejo, me hundí en el bosque de tus ojos verdes buscando tu alma, la complicidad y el sosiego; y ahí estaba ella, tu mujer, escondida tras de un árbol. La tomé de la mano, la acaricié, y nos perdimos en la espesura.
Tres son muchos, pero a veces aligeran el tedio entre dos. Genial la casa de citas, y muy agradable la sonrisa.
ResponderEliminarRecuerdo con mucho placer a la Casa de citas que se amplió a menudo edificio. la construcción me parece, no se aleja de la búsqueda que se hace en una determinada etapa de la vida (¿y que nunca se abandona?).
ResponderEliminarEl juego de espejos de Trees siempre es un engaño.