martes, 8 de marzo de 2011

67. Abril - 2005

CONCURSO LXVII  – ABRIL 2005


JURADO: ALFONSO PEDRAZA


TEMA: MINI CON MUJER CON MOSCA Y LO INVISIBLE DE LOS OBJETOS.


Mini con mujer y mosca

Lo invisible de los objetos

DEL TEMA MUJER CON MOSCAS


PRIMER LUGAR


LAGARTIJA DE PLATA


Ángela y yo


Conversamos en silencio, ella quieta en su pared y yo en mi silla. A veces nos miramos, a veces la pupila se deja resbalar del suelo al techo y fingimos no estar: ella enreda con sus ángeles, yo con la taza de café. Luego, una de las dos, fatigada de jugar al no te veo, piensa cualquier tontería: 'los amores en desuso dormitan en la esquina derecha del corazón', y la otra sonríe, se pellizca el seno, recuerda a aquel su amante de banqueta e inventa una bobada, uno de esos sinsentidos de mujeres que sirven únicamente para enredar a los hombres: 'Porque lo quise menos de lo que me quiso fue que te compró con todo y ángeles, guardiana del desquerer'. Entonces, los ojos en los ojos, rompemos a reír con un rasgueo de guitarra que cimbra el desayuno, las plumas azules de los querubines y hasta el recuerdo desamorado de esos viejos amantes a la antigua que sellan el adiós con cuatro letras mil y un años después de haberse ido: 'La vi y te extrañé. Vais a llevaros bien porque se te parece'. Y algo, no sé qué sea, si humo de tabaco o polvo de polilla entre el marco y la memoria, nos acalla la risa a la altura del vientre, ahí donde él estaba y ahora que no está gustamos nosotras de olvidarlo a fuerza de palabras y silencios, Ángela en su pared y yo en mi silla como buenas amigas que a ratos hablan mucho, a ratos no se hablan y en los tercero ratos, cuando el café se enfría, se prestan una a otra un carmín amapola, no vaya a ser que a él le de por regresar y las encuentre así, fachosas, despintadas, todas feas…


MENCIONES:


PAYASO


Margot Blues


“El crack que emite el ala de una mosca al quebrarse en dos es lo más parecido (casi exacto), al sonar del beso (casi, casi apasionado), que te da Margot mientras tienta con su mano más diestra (la izquierda), el revés de tus bolsillos”, me dijo Charly (la voz quebrada como ala de mosca), la otra noche en ‘La Coquette’. “Nos hace falta un blues”, le dije yo, pensando en acompañar el bourbon con una de ésas músicas que te acarician el desamor como lo haría un viejo camarada. De haber habido blues le habría hablado claro: “Que es tu culpa, cabrón, por enamorarte a tus años de una mujer con nombre de puta, de tango y ginebra corriente; que a quién se le ocurre, ¿eh?, perder la cabeza sólo porque te birla con elegancia los billetes y sabe besar con sones de ala rota” Pero a falta de un blues con que entibiar el bourbon preferí quedarme callado como el hijo de puta que soy, bebiendo y viéndolo llorar vuelto hacia las moscas, dos, que fornicaban con música imaginaria sobre la mesa: “Como Margot, cabrón, como Margot”, decía Charly. Yo, sepa por qué, volteé sobre ellas (las moscas) el vaso por el puro gusto de verlas morir…


FERJAAD


Aracné


Sobre el sombrero exótico de la mujer con aretes de diamante que lleva un rato sentada y ha dejado derretir la nieve en el plato mientras aguarda, una mosca gira, aletea, se mantiene suspendida, y también espera, espera que la inquieta mano se aparte del platito. Ahora arriesga un vuelo en picada hacia la mesa y se planta en el mantel, a un lado de la cucharilla de plata, limpia sus alas, frota sus patas, estira la trompa dispuesta a probar. La dama se impacienta, pide que retiren el helado y traigan un café capuchino. Las maniobras del mesero han hecho volar a la mosca. El café huele muy bien, rebosa de espuma azucarada. La mujer ha tomado con la cucharilla un poco y lo prueba sin dejar de mirar hacia la puerta. La mosca aprovecha, desciende veloz, traza un rizo y una ese, se posa suavemente en la ilusoria firmeza de la espuma. La mujer se percata, saca un cigarro de su bolso, fuma y observa el pataleo de la mosca, su agónico batir de alas; la escucha zumbar hasta que se hunde, se pierde en medio de la canela en polvo. Está por pedir que le cambien la taza, pero entonces llega el caballero, ofrece disculpas por el retraso, la mujer le dice que no se preocupe, que pruebe nomás qué delicioso capuchino le han servido.


SAHI - José Luis Sandín


El juicio


Taca toc, taca toc, el galope con la dama sentada de lado, sus amplias faldas ondulando.

Tssss, tsssss, la mosca frente a ellos perturbando el aire con la miel en sus patas, inevitable giro de la cabeza equina para seguirla, impulso lateral involuntario, y fuaaas, la mujer por los aires incapaz de sujetar las riendas.

Fssss, las enaguas, en tulipán invertido, la depositaron con suavidad en las aguas del Orinoco.

Nunca más se supo de ella. Como caso único en la historia, pesar de la argumentación del vuelo de la mosca —atenuante improcedente—, el juez decidió ordenar el sacrificio del caballo por cuatrero.

Greenpeace secó el Orinoco buscando los restos de la mujer, para comprobar la historia del equino.

El día de la ejecución, cual flor en lodo, encontraron su vestimenta. Demasiado tarde. Sin embargo, ahora deberán hallar argumentos para minimizar las responsabilidades de la mosca como autora intelectual del delito que se le imputa


CHESTER TRUMAN


Los límites de la anatomía


Mientras la mujer se cambiaba de ropa, en ese instante mágico de un seno fugaz entre dos camisas, la mosca brincó desde la mesita de luz y se introdujo entre los pechos. Indecisa sobre donde posar sus extremidades entre tanta belleza, revoloteaba inquieta sobre las moles, resbalaba por el surco, ascendía por las laderas, chupaba insaciable de aquél par de botones oscuros, tersos, gruesos como castañas…

Y allí sigue, en incansable expedición por su nuevo paraíso, hasta que se detiene sobre uno de los montículos, observa con los descomunales ojos sus minúsculas patitas, reflexiona y llora de impotencia lagrimones negros, consciente de que en el fondo nunca será otra cosa que una maldita mosca.


PARA EL TEMA


LO INVISIBLE DE LOS OBJETOS


PRIMER LUGAR


SIKITRAKE


Dos viejas


Los domingos luce su atuendo de los días de fiesta. Un ajuar de color del cielo, con primorosos bordados hechos, hace algunos años, por la dueña de la casa: doña Margarita.

El domingo es el mejor día, viene la familia en pleno y comen, charlan, ríen..., las principales escenas se desarrollan a su alrededor; el alboroto alegre de los pequeños, las discusiones de los mayores, los eructos estridentes de los más glotones... Ese día todo es radiante y lozano, inclusive ella misma y la anfitriona.

Los otros días, solas las dos. Doña Margarita pone un solitario plato y come, silenciosa y melancólica. Esas jornadas no viste atavío alguno, permanece desnuda mostrando sus deslustradas y viejas tablas.

Aquellas tablas que en un tiempo fueron un hermoso pino, altanero y orgulloso, donde miles de pájaros anidaron durante años.


MENCIONES


VIENTO


El Contenedor


Yo tengo un contenedor de mundos. Es un artefacto que cabe en la palma de mi mano.

Quién diría que dentro de ese pequeño cilindro de plástico podrían estar escondidos los pensamientos de un erudito, las frases de amor de dos adolescentes, los textos completos de tres escritores, los esbozos fantásticos de cuatro ingenieros aeroespaciales o los garabatos de cinco jóvenes que nunca pondrán atención durante la clase de civismo.

Extraer la información del contendor es muy fácil. Tan sólo se requieren tres pasos:

1.- Tome el cilindro con la parte aguda hacia abajo.

2.- Coloque la punta sobre un papel.

3.- Y escriba.


LAURA HERMOSILLA


Es una lata, el amor


Desde el principio lo aclaro: no me importan las sardinas ni las anchoas, me importan las latas; y tampoco todas. Estas de ahora que traen una anilla para levantar sin esfuerzo la tapadera, sólo conllevan la gracia de que uno se distraiga en el momento crucial y termine perdiendo un tendón de la mano.

Las que yo amaba, pioneras de este abrefácil recién descrito, traían dentro de la caja de cartón una pequeña varilla horadada con una ranura en un extremo, por donde se introducía la minúscula lengüeta metálica que había que despegar previamente de una de las esquinas de la tapa. Era entonces cuando empezaba la virguería de enrollar la lengüeta sobre el abridor con mucho, mucho cuidado; delicadeza no exenta de determinación, pues un gesto precipitado podía romperla y dejarlo a uno con un palmo de narices. Abrir esa caja de Pandora era un secreto al que no todos podían acceder, un rito de iniciación, y la fina y preciosa espiral, el trofeo.

Yo lo logré por primera vez a los dieciséis, en la celebración de mi cumpleaños, o al menos aquel día fue cuando tuve el primer pálpito de estar preparado para enamorar a una mujer.


FERJAAD


Arte incendiario a la baja


Sobre qué hace el Partenón y enfrente la Venus de Milo a punto de ser atropellada por una locomotora que avanza a gran velocidad —según se infiere de la horizontalidad del vapor que suelta por la chimenea—, no se me ocurre qué pensar; quizás el fundador admiraba a los pintores surrealistas. No se puede negar el impactante efecto pictórico en una caja de cerillas. Por el reverso, en cambio, ya no reproducen paisajes del Doctor Atl o a la Mona Lisa, auténticas series dedicadas a pintores o temas que han perdido vigencia para los cerilleros. Vale más anunciar marcas de otros fabricantes que ir a la quiebra por amor al arte; además, ya casi nadie coleccionaba las cajitas amarillas y los cerillos sirven igual con o sin Van Gogh en un pedazo de cartón.


ROSA DELIA


Iconografía de horas


Mi mirada sobre el reloj y el golpe de la puerta retumbando en mis oídos al salir del departamento. Ahora la selva urbana, las aceras vertiginosas llenas de gente con la misma urgencia, luego las escaleras y el metro con la velocidad a cuestas.
Abro mi bolsa para sacar el libro y veo tres billetes del metro de París del año pasado. Un juego de cronologías en tan minúsculo espacio, un objeto viaje. La vida se detiene atenta y mi memoria recorre aquellos días del verano pasado. Olfateo y saboreo, acaricio y siento, vivo y me emociono ante cada partícula puesta sobre los boletitos verdes con fecha de caducidad. La puerta se abre y bajo flotando entre recuerdos. No sé si estoy aquí o allá.

Resultado de la Porra 67. Abril -  2005


1 comentario:

  1. Mujer con mosca, creo que proviene de algún cuento de Monterroso, si mal no recuerdo. Bueno, en realidad, solo las moscas. Moscas en un frasco de cristales nada visibles, presentes, pero invisibles a la vista. ¿Algún día sabremos del origen de estas dos temáticas?

    Lo que sí conocemos es esta muy buena colección de minis moscamujeres y invisbilidaddeobjetos.

    Puestos a seleccionar una de cada una, tiemblo de indecisión. Quizá la de Payaso o Ferjaad... Payaso. De las invisibles, me quedo con la jocosidad de Laurinha o quizá con la flotación final que nos regala Rosa Delia.

    Miro de nuevo..., y no sé... Mejor no escojo nada y me quedo con todas :-)

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