miércoles, 26 de enero de 2011

Vuelos (El Taller de Minicuentos de www.ficticia.com)

Para el segundo aniversario de "La Marina", Nélida Vidal (AGLAIA) preparó éste escrito...


Hablar de las pasiones es, ciertamente, algo muy complicado. Primero porque son pasiones, luego porque son propias y, por ello, desearíamos que hechizaran al resto del mundo tanto como nos hechizan a nosotros. La Marina (de Ficticia) es… ¿Qué es La Marina?
Una factoría de cuentos minúsculos, un  taller de reparaciones de los susodichos minicuentos, un reto para quienes escriben en ella, otro aún mayor para los operarios que leen y ajustan letras ajenas, un titipuchal de trabajo y dos de ganas de verla de crecer. También es un concurso y, sobre todo, una pasión. Nuestra pasión.
Y escribo nuestra porque somos muchos a trabajar en este muelle: El Doc Pedraza –que se ocupa de las asuntos de intendencia, regentea, organiza y regaña de vez en vez a su despistada tripulación- la Secre, -toda puntillosa ella con los plazos y las normas- los tripulantes, –veinte galeotes encadenados al remo de la palabra, la estructura, la ilación lógica y la buena ortografía del relato- y los concursantes –cuentacuentos contumaces que, día tras día, dejan en los muelles creatividad y talento-

Cuenta además el muelle con un sector de población flotante perfectamente tipificado: el revolucionario General Macario Piedra, –con todo y su asistente  Cabo Suelto- el paranoico Mosqueado, -anarquista con manía persecutoria- el terrible D-Poe  -crítico implacable- y un número indefinido de anónimos lectores que, pese a no escribir, leen y opinan.

Por último, alojamos cada mes un huésped de honor –técnicamente jurado invitado- encargado de repartir plácemes y laureles a lo mejor que haya desembarcado en nuestra casa. En este junio de torrenciales lluvias, recibimos con sumo gusto a José Ignacio Fernández y Luis García, por cuya causa anda La Marina hecha un desangradero y, a más de un concursante,  se le han puesto los dientes largos de tanta mordida como ha soltado en pro del realismo literario que, es lógico, necesita comprobar en carne y letra propias la existencia de vampiros y otros sucedáneos parecidos. En meses anteriores, René Avilés Fabila, Lauro Zavala, Violeta Rojo, Ana María Shúa, Enrique Jaramillo Levi, Dolores M. Kock, Julia Otxoa, Javier Perucho, Óscar de la Borbolla, Luis Arturo Ramos -escritores y estudiosos de éste novel género-, nos internaron en los oscuros vericuetos del erotismo, los fantasmas, el suicidio, los bestiarios, el ombligo, las curvas cónicas… y un largo etc. de temas sobre los que escribir.

Porque en La Marina, no sé si lo han notado, se escribe por encargo. Durante los primeros veinte días del mes, a razón de una historia por día y persona, pueden explorar los concursantes todos los ángulos -reales e imaginarios- formas, maneras, estilos, técnicas, modos y manías del llamado “tema del mes” –en éste que nos ocupa, el vampirismo-.  El tallerista de turno –uno por día y para todos los gustos- comenta los escritos recibidos y selecciona aquellos que sean de su preferencia. Éstos, los seleccionados, pasan directamente al taller de reparaciones vía email, a fin de que autor y tallerista ajusten, pulan, limen y compongan todo lo que deba de ser compuesto. El 25 de cada mes es día de tendedero; chulas, preciosas y almidonadas se insertan en la página las nuevas versiones de los textos seleccionados que, La Secre, enviará con toda rapidez al señor juez encargado de elegir lo mejor del mes. Los relatos no seleccionados pueden volver a presentarse una vez más porque, en literatura -al igual que en medicina- siempre conviene una segunda opinión.

El concurso no tiene más premio que el gusto de ganar un día o el de ganar un mes; no existe más premio que el elogio, –si fue del agrado de los lectores- o el palo, – en caso de no serlo-. Pero, sobre todo, tiene el valor insustituible del aprendizaje colectivo entre marineros y concursantes. La Marina es un taller y, en él, todos aprendemos a escribir y aprendemos a juzgar desde la pasión que unos y otros, remeros y escribidores, sentimos por el cuento en su forma más breve.

El próximo mes cumplimos dos años y, a través de estas líneas, en nombre de quienes navegamos las aguas de La Marina, permítanme invitarlos a compartir con nosotros mañanitas y pastel en un concurso especial de cumpleaños. Entre tanto, si gustan regalarnos, en no más de mil cuatrocientos caracteres, una historia, un relato, una estampa, una brevería, un cachito de pedazo de punta de minicuento, estamos a sus órdenes para leerlos…

Aglaia (Tallerista Día ocho)

1 comentario:

  1. Suerte que siguieron cumplendo años, en este último llegué a vuestros muelles con el ánimo de aprender. Leerlos, en este blog o en su lugar de origen, la Marina, es un privilegio.
    Te deseo un feliz 2011 Aglaia

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