Sueño dentro de otro sueño |
PRIMER LUGAR
MAMUT
Pasajero pasajero
Arrullada por el suave bamboleo del Metro, apoya la cabeza contra el cristal de la ventana y se queda dormida. Él, al otro lado del pasillo, la observa con detenimiento: larga cabellera negra, rostro ligeramente pálido, nariz recta, provocadores labios rojos… tal cual como la había soñado, despierto, tantas veces.
Última estación. El tren se detiene. Los usuarios comienzan a desalojar el coche mientras ella, La Bella, continúa Durmiente. Tras dudarlo un poco, el hombre decide acercarse a la joven y susurrarle al oído: “Señorita, despierte”. No hay reacción alguna. Insiste. Le toca el brazo y la sacude con delicadeza. Al cabo de una corta espera, la mujer abre los ojos y él desaparece en el acto.
SEGUNDO LUGAR
EL HOMBRE DEL GABAN
Metasueño del beso
No puedo amarte —me dijo—, porque no sabes besar como el hombre de mis sueños.
Por un momento, pensé en asaltarle la boca hasta sangrarla toda a diente, labio, lengua…, pensé en morder, pensé en rozar, en ese chicoleo de hormigas por la espalda en que resbala el beso cuando acuchilla la respiración. Creo que sonreí desde la comisura izquierda de la boca, que encendí un cigarrillo, que bajé la escalera, que la dejé solita tristeando fantasías, que subí otra escalera, que apagué el cigarrillo, que sonreí desde la comisura derecha de la boca, que me metí a su cama, a su sueño, a su boca…, que a diente, labio, lengua, se resbaló el deseo por la espalda. Luego, un rastro de ansiedad en las pestañas, la voz aún palpitante susurraba: —No puedo amarte, amor, porque no sabes besar como el hombre de mis sueños.
TEENJIJOS
Arroz y frijoles
¡Hermano, te digo que me pellizques fuerte! ¿Será realmente de día? Esta vez no me despertó el revoloteo de las moscas sobre mi rostro.
¡Caray! Me pongo de pie sin vacilación. Mis piernas se sienten fuertes. Tengo ganas de corretear al gato consentido de la abuela. Hoy no voy a envidiar a las garrapatas que cuelgan y comen las veinticuatro horas del maldito felino.
¡Voy a poder gritar y jugar todo el día! ¿Pero cómo? ¿No me oyes? Un momento, ¿por qué lloras? ¿No estás contento de verme así? …
—Lo siento mucho Palillo. Lo tenía que hacer. No me gustaba verte sufrir. Mañana hago lo mismo con la abuela y antes de rematarme, me he de comer un plato de arroz con frijoles con los mismos polvitos mágicos que le puse al tuyo. Ése siempre fue nuestro sueño: despertar, comer y dormir. Allá te veo.
TERCER LUGAR
MOEBIUS
Bifurcaciones
Fue un sueño tan largo y pesado que cuando el asesino disparó, él estaba desayunando con su familia y leía las noticias de la mañana. Cayó sobre su taza de café, con un tiro en la frente y la sorpresa reflejada de leer su propia esquela.
CUARTO LUGAR
MOEBIUS
De profundis
En el río de mi sueño hay un ahogado. Me acerco a mirarle los ojos y veo otro río donde un hombre se acerca al estero, retira el légamo de la cara y me mira fijamente a los ojos.
E-TIME - José Luis Sandín
El laberinto
Entra en un sueño distinto cada vez que decide el rumbo: derecha o izquierda. Algunas veces vuelve sobre sus pasos, mas el camino ya no es el mismo ni lo recorre a la inversa.
Aquí, su madre cuida de que nada le falte, le seca el sudor, mantiene limpio el orinal. Sólo maldice tenerle que cortar las uñas de las manos atenazadas al libro que leía antes de quedarse dormido; un libro de fastuosas tapas con letras de relieve dorado y una llamativa imagen: un seto que se embrolla a sí mismo, sin que se aprecie una sola rendija por la que pueda abandonársele.
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