lunes, 28 de febrero de 2011

59. Agosto - 2004


CONCURSO LIX – AGOSTO 2004


JURADO: ANA GUILLOT


TEMA: MITOLOGIA PERSONAL





Mitología personal



GANADORAS:


ALGOL


Transferencia


Fui enviado por Circe al Hades, donde Sísifo y Orfeo, enmascarando lóbregos artificios, abordaron mi cóncava nave para huir. Ahora, empujo una y otra vez la Odisea hasta su culmen y en cada ocasión te pierdo, Penélope, por volver la vista atrás.


EL OTRO - Gilberto Marti (Ferjaad)


Sísifo


Desde la segunda vez que bajó la cuesta notó que la roca, tirada en cierto ángulo, perdía fragmentos al rodar...

Sería cuestión de paciencia y de seguir fingiendo gran dolor.


FERJAAD - Gilberto Marti (Ferjaad)


Discurso amoroso del cautivo


Diáfanas las aguas que me ven de hinojos en la orilla; dulce canto de aves me rodea en vano, porque en verdad sólo quiero escuchar la voz del río:

—Miro que me miras y en tus ojos se pierden los míos, ondulan, se entusiasman con la débil sospecha, apenas un pequeño brillo pudoroso, que de inmediato conviertes en recelo. Sonríes y me cautivas, y por lo mismo te cautivo. Ya no basta el resplandor de tus caireles ni los intentos medrosos por hacer tuya mi cara. No veo el cuerpo que ocultas a mi vista; apenas me regalas un hombro desnudo y visiones fugaces, como un sueño, de tus manos blancas. Ansío el abrazo de tu pasión jamás estrenada, y aborrezco el desdén con que me tratas. Y si tocaras mis ojos, la humedad que los perturba, quizá pudiese ofrecerte un más allá, florido y puro, un murmullo perpetuo de aguas mansas, un botón para que en mí germines y rindas los pétalos mullidos de tu aún infancia. ¿Cuánto más? ¿Cuánto tiempo más me dejarás con los brazos abiertos y el cuerpo temblando, regocijado en humedades profundas de reflejos cristalinos? ¿Cuánto más, mi fiel Narciso?


VLADO


Las entrañas de Prometeo


“Mitos y leyendas grecorromanos”. Ese era el nombre del libro que Guille se había encontrado en el desván. En la portada, un hombre de barba enmarañada devoraba el cuerpo de un niño. El impacto que le produjo la ilustración del Saturno goyesco lo llevó a sumergirse en la lectura con una curiosidad morbosa y adolescente.

Toda esa semana, sus sueños se tiñeron con el tinte rojo y negro de las pesadillas, despertaba con un grito mudo que se le ahogaba en algún rincón de sus miedos. Sin embargo, al amparo de la luz diurna, acababa volviendo una y otra vez al libro, subyugado por sus historias. Así supo de cómo los Titanes desmenuzaron el cuerpo de Dioniso e hirvieron los pedazos en una caldera; o vio a Penteo, rey de Tebas, siendo desmembrado por las Ménades; o a las sirenas devorando incautos náufragos.

Y hoy que es domingo, a Guille, en su traje de monaguillo, le tiembla la bandeja que acerca al altar. Mira en ella las hostias. Mira el vino. Y mira por último al frente, hacia los parroquianos que a él le parece que sonríen, a punto de convertirse en águilas.


MENCIONES:


ÁUREA - Lucía Casas Rey


A imagen y semejanza


Concluida la obra, se dedicó a convencer a los entes espirituales para que se ataviaran con las vestiduras de barro que había moldeado con sus propias manos.

Argumentó que en el mundo de pureza que habitaban, sólo se les había permitido conocer el Bien, y que al bajar a la Tierra, sentirían las delicias del Mal.

Dos almas se dejaron tentar por la curiosidad y decidieron abandonar su indumentaria de luz.

Logrado su propósito, se dirigió a Dios.

–¡A partir de ahora, será tu problema rescatar la humanidad de mis designios! –exclamó con sonrisa desafiante.

El Altísimo decidió vigilar el comportamiento de la pareja humana. Muy preocupado, le dedicó atención especial al cuerpo que el ángel escultor, Lucifer, había creado a su propia imagen y semejanza. Temía que la mujer estuviera hecha de la misma sustancia impertinente, y se revelara como una criatura libre y soñadora.

Él comprobó sus sospechas.


JJ PRADO


Mano a mano


Narciso tenía una vida sexual satisfactoria y plena. Eso había hecho que su brazo derecho desarrollara una fuerza inusitada.


MILENRAMA


La decadencia


Las diosas se miraron coléricas; sus armaduras fulguraban al sol. Los yelmos, ajustados, conferían a sus rostros una semejanza asombrosa.

—Yo soy Atenea —gritó la una—, hija de Zeus, dios de dioses. De su cabeza nací, ya guerrera, virgen y casta. Tú, suplantadora, ¿quién eres?¿Por qué te pareces a mí?

—Mi nombre es Minerva —aulló la otra—, hija de Júpiter, dios supremo. De su cabeza surgí ya aguerrida, incorrupta y virtuosa... ¿ Y tú impostora, por qué posees un rostro igual al mío?

Ambas bramaban, al tiempo que se disponían para la lucha; bravías, enfurecidas...

Y comenzó ésta, fraguándose ardua, feroz y cruenta. Al término, Atenea yacía en el suelo, con una lanzada profunda y mortal en el pecho. Minerva, en idéntica postura y con pareja herida, se desangraba agonizando.

Más tarde se enfrentarían Zeus contra Júpiter, Venus y Afrodita, Poseidón y Neptuno... para terminar derrotados ante el Gólgota.

Resultado de la Porra 59. Agosto - 2004

2 comentarios:

  1. Nada me agrada más que esta dupla: literatura más mitología!

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  2. Fue un gran triunfo para la mitología griega. Las otras mitologías solo se quedaron mirando desde los rincones de sus minis no ganadoras.

    La selección ganadora es muy buena. De estos, ¿quién gana, Narciso, Sísifo...? Muy buenos :-)

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