domingo, 5 de junio de 2011

110.porra de noviembre de 2008

PORRA DE NOVIEMBRE – 2008
TEMA: LA CIUDAD

La ciudad

Minificciones que han obtenido el mayor numero de apuestas de los porristas



"Simbiosis"

de Chester Truman

Cuando el aire ya se volvió irrespirable, decidimos trasladar la ciudad al campo. Como la ciudad era tan grande, ocupó justo las dimensiones del campo así que ahora, ya no sabes si estás viviendo en el campo o en la ciudad.
La gente parece muy contenta con esta decisión, aunque siempre tuve mis dudas de que fuese lo más acertado. Es cierto que ya no hay que hacer decenas de kilómetros para disfrutar de la naturaleza, pero se echa de menos el campo de verdad, cuando el campo era sólo campo. Ahora, los ríos cruzan las grandes avenidas de nuestra urbe; sin embargo, el agua tiene un ligero regusto a neón y gasolina y los pájaros sólo pían en horario de oficina. Me gustaría pensar que hicimos lo correcto, pero cuesta sentirse a gusto en un lugar donde las flores son diseñadas por un extravagante modisto francés, la lluvia sólo cae por orden del Gobierno y hasta las puestas de sol están patrocinadas por Microsoft.
 "Historia de la ciudad sin ley"

de Chester Truman

Érase una vez una ciudad sin ley. No es que reinase la anarquía sino que el delito se volvía inútil. Si tratabas de asaltar a alguien, enseguida te entregaba sus pertenencias con extrema amabilidad. Descartamos el allanamiento de morada porque los inquilinos nos recibían entre aplausos a la puerta de su casa, como si llevasen años esperando. Llegamos a pensar —ingenuamente, ahora lo sé— que con el homicidio podríamos labrarnos un futuro dentro del hampa de aquella maldita ciudad, pero la gente acostumbraba a suicidarse un instante antes de que intentásemos acabar con ellos. Por fin, decidimos cambiar de aires y emigrar a una ciudad normal, una de esas ciudades donde los delitos graves se castigan con pena de prisión, donde te toman las huellas, te hacen un par de fotos de perfil en la comisaría y, poco a poco, puedes cimentar tu leyenda de tipo malo.
"Ciudad orgánica"

de El Vico Escarlata

Yo era como un glóbulo rojo que viajaba por la carótida con oxígeno para el cerebro.
[El viaducto estaba congestionado y prendí la sirena.]
Había dejado el corazón mucho rato atrás y me perfilaba hacia la zona neural.
[A lo lejos apareció la Casa Presidencial, mi destino. Me había tomado media hora dejar el Centro histórico, tiempo fatal.]
Células cancerosas se aglutinaron adelante, detuvieron a los leucocitos, los infectaron, fueron transformados...
[Esos idiotas se bajaron de coche para pelear. Y llegaron más.]
Las células malas dañaron un nervio central.
[El poste quedó sobre el camión de ruta urbana y los cables sueltos chisporroteaban.]
Me infecté.
[Ahí estaba yo, en esa arteria citadina bloqueada, peleando a golpes por pasar.]
Me convertí en otra célula maligna. El cerebro se quedó sin oxígeno.
[Esta ciudad ya no tiene remedio.]
"Kafka sobreviviente"

de Grifo

Contonea su caparazón oscilando entre adoquines gastados. Busca sin encontrar un mínimo residuo, la guerra ha llegado antes que ella y no ha quedado nada. La ciudad vacía es cuna para su futuro, ella apuesta y pone sus huevos, allí nacerán. Sus ancestros han sobrevivido por siglos y, aunque no lo parezca, siempre han resultado más inteligentes que los humanos.
"Albañal"

de Teenjijos

Puñetazos van y vienen. Mis manos sobre los oídos. No quiero escuchar más gritos. Corro al teléfono, ni de puntitas lo alcanzo.
Salgo de casa. Atrás, el vecindario: pelotazos, macetas, ropa tendida, ladridos. Adelante, grandes avenidas, muchos coches con cláxones escandalosos; luces de semáforos que cambian de color en un instante.
¡Al fin, el puente! Bajo despacio, ha llovido y puedo resbalarme. Encuentro el hoyo y a mis amigas las ratas.
Pronto, todo enmudecerá. Sentadita, espero.
"Viñeta urbana con ardilla"

de Ferjaad.

Bajas desde el convento de San Francisco —artesonado mudéjar, láminas de oro en estrella. Vas por un sendero empedrado, la vista espiralada de tanto retablo barroco. Caminas flanqueado por fresnos, por bardas que desembocan al jardín de la fuente que mandara a construir el Adelantado para asombro de peninsulares y horror del indio: ves, en lo alto, una cruz resguardada por querubes mofletudos, boquitas de pico de pato escupen a chorros agua. Cruzas la calle adoquinada y entras en el Oxxo. Compras Polvorones Marinela, una Coca y tabacos. Dejas correr los ojos por el revistero: la rubia de Penthouse parece mirar al noveno pasajero del avionazo que sangra a un costado del magazine en el que Místico desenmascara al Guerrero de Neopreno. Sales. Esquivas autos como toros, llegas al parque con el libro bajo el brazo, la laptop en la mochila. Respiras. Estás en la ciudad pero te sientes en todas partes, tu nombre no es, ni quisieras que fuera —¡perro!— Ixca Cienfuegos. ¡Ese Carlitos, siempre tan cool y exagerado! Te sientas, vas a cerrar los ojos, pero hay una ardilla en la banca. Te mira, le ofreces una galleta, la toma entre los dientes, trepa a un árbol en busca de tu ciudad imaginaria, la agridulce, la necia, la mitotera y otrora región más aparente.
"Navegar, ya no"

 de Grifo

Cuando pequeño, armaba barcos de papel que echaba a la corriente después de la lluvia; corría tras ellos hasta que se perdían dentro de la alcantarilla.
Hoy la vida ha cambiado: no hay niños jugando con barcos, ni niños, ni barcos.
"Modernidad"

de Grifo

Las gárgolas se aferran a rizomas aullando con fiereza, las conchas marinas crujen por el esfuerzo de no separar sus valvas al tiempo que los atlantes, quienes sobrellevan el mayor peso de la lucha, tensan sus músculos al límite.
Tarea vana, todo sucumbe formando un hongo polvoriento.
La televisión mostró el proceso hasta el final, debajo una frase rezaba: Autopista futura - Dinamitan el último edificio.
"Perdida"

de Jane Doe

Sale de la recámara con el permiso del diablo. Atrás quedan latas y botellas vacías. Un microbús se atraviesa en su camino. Hay un leve contacto pero eso no la detiene. Se desvía un poco sin que disminuya la imprudencia que la induce. Raya un puesto de revistas, rasura la corteza de un árbol, cruza un paso de cebra sin que peatones y automovilistas la adviertan. Finalmente, atraviesa la ventana de un restaurante.
Parte oficial: varón de cuarenta y cuatro años muere a causa de bala perdida.
"Historia de la ciudad perdida"

de Chester Truman

Cuando los habitantes de City Town despertaron aquella mañana, la ciudad había desaparecido. No había ni farolas, ni coches, ni parques, ni perros, ni bares, ni borrachos, ni putas, ni funcionarios, ni calles, ni edificios. Nada. Aturdidos, comenzaron a vagar en el vasto erial como nómadas, confusos, pero con el secreto consuelo de saber que nunca más habrá otro lunes por la mañana.

Ganador de la porra: Polonio

Concurso 110. Noviembre - 2008

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