martes, 19 de junio de 2012

152. Mayo — 2012

CONCURSO CLII MAYO  – 2012


JURADO: MARÍA ELENA LORENZIN


TEMA:


Un microrrelato que incluya los siguientes términos: caracola (s), mar, silencio y un título apropiado.





PRIMER LUGAR




EL CISNE DE GONZÁLEZ José Manuel Ortiz Soto


De Fábula

El dinosaurio asceta detestaba a las caracolas tanto como al rugido del mar, por eso vivía retirado en el silencio de una cueva en la montaña más alta. Ahí lo encontró Augusto Monterroso un día que escapaba del vendaval de la vida literaria. El resto, ya es historia.



CARA DE COLA

La creación

Colocado el mar en la caracola, todo fue esperar a que la ola rompiera el silencio.



TRIBULARIA

Protocolo marino

Emergida de las profundas aguas del mar la caracola, reconciliadora, gorgotea breves pausas de silencio por si alguien tuviera algo que objetar





SEGUNDO LUGAR

BOUNTY — Mónica Ortelli

Resonancia

En una ceremonia que dura todo un día, los habitantes del atolón Addu soplan enormes caracolas cónicas. Después, aliviados, comienzan otro año de silencio. Es que con esa música que el viento aleja se van las penas, dicen.

Llamativamente, las ballenas de breve cauda de aquel mar insular tienen el canto más triste y melancólico del mundo.



ANDRÓMEDA

Parlanchina

Esa caracola era diferente a sus congéneres. Por algún misterio de la naturaleza no era la inerte secreción endurecida de un molusco, sino que pensaba un poco y platicaba. Y vaya que sabía hablar. Desde que la encontré y me pidió que la llevara a la ciudad, lejos del mar, jamás hubo silencio, hasta que la puse en un pedestal y la convertí en florero.



PROSERPINA

Videncia

La natural sordera de mi abuela no acepta que el silencio de la caracola le impida ver ballenas y delfines rompiendo olas en la superficie del mar. Está convencida de que con unas gafas graduadas se solucionaría.





TERCER LUGAR

ANDRÓMEDA

Madre precavida

Lo noté extraño esa mañana. Salió al patio y, en silencio, hizo una gran caja con tablas donde metió al perro y al gato, su frasco de bichos, la rana y la jaula con mis canarios. Todo cobró sentido cuando sacó la caracola del costal. Me apresuré a abordar, antes de que las primeras olas del mar arruinaran mis zapatos nuevos.



OLAF

Realismo impresionista

"La técnica es impresionante y novedosa, obsérvenla", dijo el guía con frialdad al grupo y nos quedamos viendo la obra. Aunque el pintor plasmó únicamente una caracola estilizada en el lienzo, al cabo de unos segundos no solo vimos un mar en movimiento, sino también esas grandes olas que se estrellaban contra el cristal que tenía enfrente y que provocaban que nos retiráramos para evitarlas, esas que con el estruendo de cada embate hacían añicos el silencio de la sala del museo.



ANOPHELES

Sabiduría Maya

Frente al mar, sobre una piedra debajo de la palmera, Ux-Mal-Tun frunce el ceño mientras escucha en silencio al mentor hablar del más importante, aunque inasible, de los números: el esquivo cero, representado por el caracol o caracola, símbolo también de que el tiempo es cíclico y de que la incomprensión de las matemáticas por su pupilo habrá de repetirse miles, millones de veces a lo largo de la historia.





MENCIONES DE HONOR

K-149 — Elisa de Armas

La invitación del mar

—Mire vuesa merced que otros caminos hay para el retorno. Pues bien pudierais embarcar en una de estas ágiles galeras y marchar a liberar con la fuerza de vuestro brazo a los tristes cautivos que se consumen en los baños de Argel. Piense que no hubo caballero andante que diera mayor prueba de fidelidad a su dama que la que vos daríais al resistir el encuentro con las sirenas sin necesidad de cera que os taponara los oídos ni de cuerdas que os ataran a mástil alguno, sino tan solo por el amor que la sin par Dulcinea os inspira. Más tarde, tras atravesar las columnas de Hércules, os enfrentaríais a los terribles Sargazos que secuestran los veleros y batiríais vuestro brazo con aquellos gigantes patagones, los cuales, derrotados, embarcarían con vos para rendir pleitesía a vuestra señora. Fácil sería, entre tantas como pueblan el Pacífico, que conquistaseis para el fiel Sancho la ínsula prometida. Y ya por fin, emulando al capitán Elcano, bordearíais el cabo que llaman de Buena Esperanza para arribar a la gentil Lisboa y, a través de la Extremadura, llegar a vuestro lugar, donde, cubierto de gloria, cumpliríais la promesa de retiraros por un año que os arrancó el de la Blanca Luna.

El de la Triste Figura acerca por última vez a su oído la caracola y la arroja lejos de sí. En el silencio de la noche manchega la brisa estremece apenas el mar de los trigales.



SAL

El bucio

En aquel pueblo, desde tiempos tan distantes que ni los más viejos recordaban, se soplaba una caracola cuando alguna mujer había sido infiel a su marido; algunos jóvenes pícaros se reunían en la noche y fracturaban el silencio con lamentos de bucio revelando así a la aldea entera que había una traidora.

Maribel escuchó el retumbo estando ya a punto de acostarse junto a Julio, su marido. Éste se alzó, apoyando los codos en la cama al oír el sonido, y sonrió preguntando que quién sería el desafortunado cornudo.

Maribel no dijo nada, en un mar de dudas, se preguntó si Antonio, su amante, estaría ya dormido y si lo despertaría el sonido de la acusación que vociferaba sus amores prohibidos.

Aunque… acaso esa caracola no silbaba por ella. Tal vez la gente ya se había enterado de las infidelidades de Blanca o de Milagros o de los amores ilícitos de Rosa... o de Julia o quizá por Ana, incluso podría ser por Jacinta o su prima Carmen.



ESLEONGO Eduardo Esguerra

Frustración

No he conocido el mar y los recuerdos de una caracola se limitan a cuando mis tías la colocaban en el suelo para trancar la puerta y que no se azotara con el viento. Yo quedaba encerrado a cada rato, pues cogía la concha para escuchar el ruido que, según decían, era del océano.

Las tías ya se fueron, la caracola no sé dónde está, no hay puerta que se cierre y yo escribo en silencio, tratando de acordarme como suena el mar. Selección del día 14: 35



INNOMINADA

Panorama inquietante

El niño dibuja una caracola en la playa; al irse, se despide de su obra, deseando que las olas no la destruyan. La resaca sube y el mar encuentra camino por la espiral trazada en la arena, que, como un embudo, se traga las grandes aguas durante la noche. Al día siguiente, en medio del silencio, el chiquillo mira la vastedad de aquel desierto. Su creación, vórtice imparable, crece cada vez más.



K-149 — Elisa de Armas

Virtuosismo

En las noches de mar en calma el sonido de la caracola desgarra el silencio. Su timbre melodioso alcanza tesituras de soprano. Los marinos, confundiéndola con el canto traicionero de las sirenas, modifican la derrota de sus naves para evitar la isla. Lejos de desesperarse, el náufrago dedica las horas infinitas al perfeccionamiento de su sofisticada técnica instrumental.



CHESTER TRUMAN

El intruso

Tomé la caracola y la pegué a mi oído. Tras el silencio inicial, escuché los murmullos del mar. Luego, entre el rumor de las olas, distinguí lo que parecían lamentos desesperados. Al momento, vi aparecer por el agujero a un minúsculo hombrecillo con las ropas raídas, el pelo encharcado y la barba de varios días que me miraba con desesperación desde sus ojillos hinchados. Pero me mantuve firme. Es fácil dejarse llevar por su aspecto débil e indefenso, pero nunca se sabe con qué intenciones llega un náufrago, qué propósitos esconde bajo su deleznable figura. Presioné con el dedo índice su cabeza, hasta que desapareció entre sollozos de súplica por el mismo agujero que había llegado. Luego, para evitar nuevas sorpresas, lancé la caracola lo más lejos posible y proseguí mi camino.





El fallo y demás consideraciones de María Elena Lorenzin, en la Bitácora de La Marina.

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