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Rosa Delia Guerrero nos cuenta:
Escribo para guardar silencio. De niña, los adultos tenían un territorio que engullía a la más mínima rebelión infantil. Anotar historias era la forma de guardar secretos. La caligrafía de emociones quedaba sobre un boceto. Un origami de formas múltiples.
Con el tiempo comencé por esconder papeles, aquí y allá, letras y dibujos en pedazos de hojas sobre notas de remisión, boletos de avión, tarjetas postales. Observaba más allá de mi entorno: en un café, un aeropuerto o algún pasillo del metro. Sobre el pizarrón inexistente aparecían frases, historias a medias, mundos inventados que eran sólo, una pista de la trama. En automático delineaba personajes. Jugaba a completar rompecabezas. El divertimento adquirió velocidad inusual. El ejercicio ocurría de forma callada. Se agregó mi hábito atrapa luz-sombra con una cámara de fotografía.
¿Cómo o por qué las marionetas desfilaban ante cada circunstancia? Aún forma parte del misterio. Sigo atenta a cualquier provocación, incluso a la del recuerdo.
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Me gustaron mucho tus esferas concéntricas.
ResponderEliminarCariños, miriam
Gracias, Rosa Delia, me alegra que hayas compartido esta deliciosa fotografía con los ficticianos, en mi participación como jurado de abril.
ResponderEliminarMe parece que fue telepatía... Pero estas esferas han estado, de alguna manera, ocupando mi pensamiento en algún lugar del tiempo y del espacio.
Ricardo