CONCURSO CCXV
TEMA:
Mitos eróticos
Escena mitológica (según Rubens), de Giorgio de Chirico |
PRIMER LUGAR (COMPARTIDO)
BLACK DOT
Kostas acaricia la estatua de Afrodita. Al tacto, su textura se siente fría y áspera. El mortal hace una reverencia. Lleva su cabeza hasta el piso para besar los pies de la divinidad mientras ruega por una buena mujer. Después se marcha lentamente del templo. La diosa lo ve partir y maldice el hecho de que los besos no pasaran de los pies.
PERSEIDAS
SEGUNDO LUGAR (COMPARTIDO)
MALVADISCO
ENEAS
Mugidos lastimeros cubren las planicies de Troya devastada: del caballo colosal no quedan más que las cenizas de su madera.
De piedra
Kostas acaricia la estatua de Afrodita. Al tacto, su textura se siente fría y áspera. El mortal hace una reverencia. Lleva su cabeza hasta el piso para besar los pies de la divinidad mientras ruega por una buena mujer. Después se marcha lentamente del templo. La diosa lo ve partir y maldice el hecho de que los besos no pasaran de los pies.
PERSEIDAS
Huella divina
Convencidos de que el primer amor marca para siempre a la mujer, los habitantes de Céfiros rivalizan en ofrecer a Dánae joyas y objetos labrados en el oro más fino. Muchos, desde el tirano Policdetes hasta algún humilde pastor, se vanaglorian de haberla seducido. Mas lo cierto es que ella solo goza del sexo cuando, desnuda sobre el suelo de la azotea, introduce su mano entre las piernas y separa con delicadeza los labios para que la lluvia la penetre hasta lo más profundo.
Por temor a herir el orgullo de Zeus y desencadenar su venganza, la hermosa Dánae guarda su afición en el mayor secreto. Nadie debe saber que no es el aguacero violento, sembrador de truenos, el que la hace estremecerse hasta desfallecer, sino ese calabobos manso y menudo que los astures llaman orvallo.
MALVADISCO
Hierba medicinal
Kurupí desenrolla el falo de su cintura y se dirige a cazar a la ninfa del bosque. La dríada se ríe de su cuerpo velludo y de sus patas invertidas, y se sube a un árbol para evitar ser atrapada. Aunque de pene flexible y largo, el cuerpo forjado en una sola pieza le impide al engendro ascender por el tronco. La punta del miembro solo alcanza a tocar un el sonrosado piececillo que se repliega ante el toque viscoso. Avergonzado, huye y no se sabe de él hasta que, a la mañana siguiente, aparece muerto. Conmovida al verlo colgado de una rama con varias vueltas del pene alrededor de la garganta, la ninfa lo transforma en un bejuco que, hasta el día de hoy, los hombres usan para tratar sus deficiencias eréctiles.
ENEAS
La vaca de Pasífae
Mugidos lastimeros cubren las planicies de Troya devastada: del caballo colosal no quedan más que las cenizas de su madera.
El fallo y demás consideraciones de Fredy Yezzed, en la Bitácora de la Marina.
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